lunes, 14 de marzo de 2011

El Balance en la Vida y las Artes Marciales

Uno de los momentos que mas me gustan de mi práctica de artes marciales es tener un tiempo para conversar con mi primer Sensei, Jorge Calderón. Sensei Jorge es una persona muy práctica y muy sabia y podría decir que ayudó a formar mi manera de entender la vida. Nos conocemos ya más de veinte años, pero hay dos aspectos recurrentes en nuestras conversaciones y en nuestros recuerdos:

- Los valores inculcados en las personas que conforman nuestro dojo y cómo esto los diferencia del resto de gente que encontramos en la calle y,
- Cómo practicábamos antes y cómo practicamos ahora, antes practicábamos horas interminables y en una exigencia física arriba del promedio, mientras ahora nos enfocamos en la salud y la buena técnica

Mucho de lo que conversamos tiene que ver con el grupo que formamos y la confianza que hicimos crecer; yo empecé a practicar a los catorce años, mientras aún estaba en la secundaria, luego de un tiempo de práctica estaba buscando qué estudiar, lo bueno es que era de los menores del grupo y mis compañeros mayores me ayudaban en la orientación. De ahí que, después de visitar el laboratorio de uno de mis compañeros, me inclinase por estudiar ingeniería electrónica. Con el tiempo el grupo creció, nosotros crecimos, nos formamos y ahora la mayoría tenemos familia y un rumbo en la vida.

Durante todo este tiempo las artes marciales han sido una constante en mi vida, llegué a terminar ingeniería, empecé a trabajar desde hace ya más de 14 años y cada año que pasó asumí más responsabilidades dentro del ámbito laboral; formé una familia y tengo cuatro hermosos hijos; ahora quiero seguir estudiando, y puedo decir que muy pocas veces dejé de practicar algún arte marcial. Una de las cosas que me preguntan siempre es cómo me doy el tiempo para ser ingeniero, profesor universitario, padre de familia y practicante de artes marciales. La respuesta es se puede reducir a una sola palabra: Balance.

Todas las artes marciales tienen que ver con la postura y el balance, y estos mismos conceptos con el tiempo deben ser llevados a la vida cotidiana. Las artes marciales tienen la singularidad, a diferencia de otras actividades físicas, que ejercitan no solamente el cuerpo sino también el espíritu. La serie de movimientos que se realizan, la coordinación que se logra, la concentración que se requiere para sostenerse, la disciplina que se necesita para poder progresar, los principios y valores que se viven en la práctica en si, hacen del practicante una persona especial.

Este hecho está centrado en dos aspectos básicos que son los que transforman el ser del practicante de artes marciales: la conciencia de lo que el practicante puede lograr hacer con su cuerpo y la transformación cultural que debe realizar para formar parte del grupo.

La conciencia tiene que ver con el progreso físico que el practicante realiza, para evidenciarlo solamente tenemos que recordar cómo fue nuestra primera clase en cualquier dojo, lo torpes que eran los movimientos, lo pensados que tenían que ser para ejecutarse medianamente bien. Con el transcurrir del tiempo y la práctica constante, muchas veces se llega a lograr la inconsciencia de los movimientos, la memoria física, lo que quiere decir que los movimientos se ejecutan con velocidad, precisión y fuerza, pero sin pensarlo. Asimismo, el practicante llega a notar qué cosas puede hacer con su cuerpo: flexionarse más allá de lo normal, golpear con cierta fuerza y en ciertos puntos que puede dejar inconsciente a alguien, lanzar a otro ser humano, inmovilizarlo, reducirlo, dirigirlo y en algunos casos hasta tomar su vida. Es en este punto donde se genera la conciencia del potencial que el practicante lleva encima, lo que puede causar que hace que él desee nunca utilizarlo. Los maestros antiguos siempre dicen que debemos entrenar todos los días para esa pelea que Dios quiera nunca vayamos a tener, en la cual  nuestra vida puede estar en juego y debemos entregar todo de nosotros. Esa conciencia da seguridad y responsabilidad y hace que el practicante sea mucho más equilibrado en su actuar, pues todas sus actitudes físicas siempre van a tener una consecuencia. Es por eso que el artista marcial rara vez es violento, maneja mucho el autocontrol, pues si fuera descontrolado sería como darle un arma a un demente.

El segundo aspecto es el aspecto cultural, los maestros no le enseñan a nadie que no se atenga a las reglas del dojo, que no siga y viva los principios del grupo, y tienen un sexto sentido para identificarlos. Si no tienen buen corazón, no progresan. En la película original del "Karate Kid" el sensei Miyagi enviaba a hacer muchas tareas manuales a su discípulo para enseñarle con eso los movimientos del Karate, en la vida real las enseñanzas son más ortodoxas, pero no es raro que en las escuelas tradicionales se tenga que tener esa relación de entrega y servicio hacia el maestro. Yo recuerdo haber realizado con mis compañeros más de una tarea doméstica para nuestro Sensei, y las últimas veces que ha estado en el país nos hemos dedicado casi exclusivamente a ver cuáles eran sus necesidades y tratar de satisfacerlas. ¿por qué hacemos esto? porque al margen que estuviésemos pagando por una clase (que ya en cierto nivel tampoco pagábamos por ella), estos maestros han dedicado su vida a cultivar un arte y a difundir sus enseñanzas y las están compartiendo con nosotros, ¿cómo no vamos a dedicar algo de nosotros hacia ellos en agradecimiento? si pudiéramos cuantificar todo lo que hemos logrado gracias a sus enseñanzas, muy probablemente vamos a quedar en deuda de por vida. Entonces, este aspecto cultural forma el carácter del practicante, la vocación de servicio, la entrega a la buena acción y la búsqueda de la perfección en todo lo que se haga.

Por ende un practicante de artes marciales es una persona que es segura, responsable, tolerante, con vocación de servicio, activo y que busca la perfección en su actuar. Con estas virtudes el practicante es capaz de organizar su vida para poder seguir su camino, sin descuidar las otras responsabilidades que tiene consigo, pues utiliza sus habilidades y competencias para poder lograr sus metas en lo personal y no dejar su pasión de lado.

Si eres practicante de artes marciales y todavía sientes que no has logrado el balance o el equilibrio en tu vida, búscalo en tu próxima práctica, probablemente vas a encontrar que necesitas trabajar el equilibrio al ejecutar las técnicas. Cuando llegues a conseguirlo e interiorizarlo, y logres el equilibrio sin pensar, muy probablemente vas a lograr ese equilibrio de vida que buscas.

1 comentario:

  1. Te agradesco enormemente el compartas tus experiencias con nosotros. Saludos

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